Qué triste es el hombre sin su confianza.
Si pierdes la fe, en el olvido caerás.
Vagarás mudo, frío y sin templanza
y mucho más solo de lo que ya estás.
No habrá entonces seda que toque al carbón,
ni una nube que mire altiva al roble,
ni una gitana que maldiga a un noble,
ni un sacerdote que absuelva una pasión.
Tu mirada oscura en mí estás hundiendo:
(se me clava en el pecho tan profunda),
(me deja el alma ajada y moribunda),
y en tono de ignorancia voy diciendo:
-me pregunto dónde y con quién estarás.
-Ojalá yo fuera él, me querrías más.
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